domingo, 15 de julio de 2012




                                                                                                                                                                                                             MUNDOS

¡Cuantos Maestros, Gurús y “Terapeutas”. Cuantos Conferenciantes, Oradores y “Talleristas”.
Y cuantos Practicantes, Admiradores, Seguidores, Escuchadores y Cursillistas!
Transeúntes, todos de buena fe, condicionados en mayor o menor medida por las realidades que recreamos continuamente desde la inconsciencia más notoria hasta la consciencia mas despierta.

Pero es necesario vernos todos desde la perspectiva adecuada, para caer en la cuenta de la dificultad de traspasar tanto dogma, tanto logismo, tanta racionalidad, tantas prisiones, tanta manipulación y condicionamientos y tantas limitaciones; aún a riesgo de que la luz que entra produzca nuevas distorsiones y  confusión.
 
Cuando la presa empieza a rebosar, cuando se desmorona el dique, las aguas salen con fuerza, desbordan los cauces, arrastran barro e inundan terrenos... pero llevan la vida a una tierra reseca, muerta y yerma. La Creación está empeñada  en que la Vida recorra nuevos Mundos.
 
¡Que corra el aire con fuerza! Se están desmoronando las religiones fosilizadas y dogmatizadas. Las teologías no tienen más consistencia que las estructuras de las nubes que cruzan, veloces y cambiantes, los límpidos cielos de otoño. Los dogmas se derrumban.
 
Permitámonos  escuchar a todos los seres. Recordemos, de nuevo, el silencio del Cosmos. 

¡Grandioso momento! Muchos seres tienen esta consciencia.
¿Pero que momento no es grandioso si se le deja surgir en toda su pureza?

No nos dejemos encerrar de nuevo entre fronteras, sean de la índole que sean. Por fin podemos entender que la Teoría de la Relatividad siempre fue “relativa”.
Que el boson de Higgs, llamada la “partícula de Dios”-como si algo no lo fuera -, una manifestación más como cualquier otra de la Creación, no se convierta en otra explicación frontera que solo de a luz nuevos fósiles.
Que ninguna nueva estructura ni explicación vuelva a confundirnos haciéndonos creer que el espíritu amplio tiene límites y puede encerrarse en su “explicación”.

Pasó el tiempo del seguidismo, del forofismo, del admirador, del adorador...,etc. Conforman las fronteras de la conveniente irresponsabilidad.

Tampoco caigamos prisioneros de nuevos dogmas incuestionables, surjan de donde surjan, ni nos dejemos atrapar por renovados miedos.

Nada ni nadie tiene el poder de adueñarse del devenir, conceptualizando, intelectualizando y estructurando percepciones y sentimientos desde su “consciencia personal”.

El devenir es esa corriente de unidad que se escapa “entre los dedos” de todos los seres, desde la más pequeña partícula y la más sutil de las existencias, hasta las más estructuradas e inconmensurables criaturas cósmicas.
No es una cuestión de sabiduría o poder, lo que nos aventura a encerrarlo en una explicación, sino la seductora ilusión de autolimitar lo que carece de limites,  desde el más camuflado e inconsciente de los egos, y aunque sea con afán de ayuda solidificando fenómenos, percepciones y aconteceres e intentando una comprensión, sin iluminar su  propia insuficiencia, y al margen de esa corriente.

Sin embargo la Conciencia Cósmica, que nada en sí misma, continuamente modifica y difumina los limites de la consciencia “personal” de todas las criaturas,  que no son otra cosa que ella misma y que se va expandiendo al descubrir que forma parte de una “Sopa Cósmica” a la que en clave de humanidad sublimamos en su perfecta e insondable naturaleza, con otra palabra inabarcable, aunque manoseada desde todos los ámbitos..., no solo emocionales: “Amor”; cuyo recipiente no tiene fondo aunque para traerlo a estas dimensiones de la realidad material usemos las “ilusiones” del espacio y el tiempo como los ladrillos que conforman las estructuras en las que apoyamos la infinita “elasticidad” de la Creación, como su más palpable manifestación. 

Dejemos que este “descubrimiento” abra las puertas a una nueva consciencia personal. Que despierte a su poder creador de “realidades” y, que como reflejos de sí misma, pueda atisbar un arco-iris infinito de entidades y fenómenos de todas las “dimensiones”, pudiendo  llegar a tomar contacto consciente con  ellas, dando a su vez  forma a una pléyade infinita de “mundos”. 
 
Cuando este descubrimiento se realiza existencialmente; cuando uno se moja y se empapa bajo la lluvia en lugar de escuchar más y más explicaciones sobre la lluvia, o de oír llover  desde el resguardado rincón de su ventana, cuando uno se decide a salir de su concha y quedar a la intemperie; lejos de provocar un vacío nihilista o una parálisis insuperable, se ilumina una maravillosa simplicidad y perfección de lo cotidiano, en todos los fenómenos y en su propia vacuidad, irradiando un gozo de unidad o amor inexpresable.

Todos los fenómenos del Universo aparecen, entonces, como verdad eterna. Lo “mundano” y lo “sagrado” se revelan como lo mismo. Es el anhelo que en clave de humanidad se colma y tiende a certificarse.

Pero “conocer” y tener una determinada “comprensión” de esta profunda cuestión, de poco sirve si no se “realiza” ¡ahora!;Desde la médula de cada gesto y actitud de nuestra vida cotidiana, como la  práctica desnuda que cada uno es y por la que discurre la VIDA. Más allá de todo discurso y percepción nacida de la consciencia personal o de ajenas experiencias implantadas y asumidas basándose en explicaciones, pero que no dejan de ser vestimentas, por tenues, ligeras o sublimes que nos parezcan. 

Entonces todo proclama esa verdadera naturaleza: árboles y montañas; risas y océanos; partículas y emociones; universos y mariposas; sueños y seres.
Verdaderamente, en este “Todo” no hay dos partes.

Y salvar a todos los seres (que es el primer voto del Bodhisattva en la vía del Buda) es amarlos, reconocerlos, acoger su “postura”,  certificar su existencia sin querer ubicarlos en el lugar que más conviene a “nuestro propio mundo”.
Escuchar los sonidos de todos los mundos, disolver los limites de la consciencia personal y abrir la puerta de la “Gran Libertad” a todos los seres traspasando cualquier clase de apego, es despertar a la dimensión del Amor, algo infinito, inexplicable e incomprensible, salvo desde esa misma dimensión.


Todos los mundos existen, nosotros existimos y todos los seres existen en absoluta interdependencia, más allá de cualquier forma de percepción, más allá de este mundo descrito, aún con la mejor intención y la mayor de las habilidades, por el lenguaje y la naturaleza de nuestro pensamiento dualista. Y aún más allá de ese más allá.


Es por eso que la verdadera vía no tiene límites y se trasciende a sí misma. Pero en el mismo “sueño” de despertar, hay quién cree haber “obtenido” el despertar, está satisfecho y se apega a “su” comprensión.
Cada uno tiene la posibilidad de “realizar” la verdadera naturaleza de todo, pero aún comprendiendo y siendo la propia luz y el mismo despertar, no os apeguéis a esto, ya que el despertar no tiene limites...

No sigamos siendo presos de niveles o dimensiones, por elevados y maravillosas que nos puedan parecer, ni ubiquemos en ellos a nuestros otros y a todas las existencias como soporte de nuestras propias limitaciones, de nuestras propias y nuevas ilusiones y de cada uno de nuestros propios despertares.
La vía de la VIDA es también la vía universal de la Humanidad, ¡no nos pertenece!. Nosotros como Humanidad somos parte de la VIDA. Incorporémonos a ella en su fluir,  totalmente desnudos e incondicionalmente.

¡Hay dimensiones muy sutiles! Y ¡Hay apegos  muy sutiles! Si quedamos atrapados en ellos, el tenue aroma de una varita de incienso se puede hacer más denso que un núcleo de hierro.


Gyoji.