viernes, 18 de junio de 2010

GIRANDO LA FLOR

El Buda motivaba a sus discípulos a encontrar su propio camino, a no confiar en Maestros carismáticos, en la tradición o en la costumbre, a menos que lo que se les presentara, fuera confirmado por la experiencia personal.

Les aconsejaba que fueran una lampara para si mismos.

Paradójicamente esto encaja bien con el pensamiento crítico e independiente de la cultura occidental. Pero esta paradoja hay que situarla en su contexto temporal, cultural y sociológico, porque aquí en occidente hemos abusado de la confianza en nuestras posibilidades, hasta el punto de creernos y entendernos separados e independientes de todo. Ahora está volviendo la luz, de la mano de una ciencia que va convergiendo con la sabiduría profunda de las más antiguas tradiciones espirituales del género humano.

Cuando se comienza la práctica de un camino espiritual, es porque aflora la necesidad de “algo” que está aun más allá de nuestra propia experiencia e inteligencia.

Se busca otro punto de acceso; un punto de acceso radical y repentino.

Un camino distinto. Este es el camino al que veladamente se alude en la entrada de este blog, bajo el titulo “Preguntas”, del día 16 de junio.

<<Tan solo sostener una flor evoca todas las enseñanzas y todas las verdades>>.

Las cosas tal como “es”, decía el Maestro Zen Shunryu Suzuki. El acceso directo a un mundo espiritualizado, un mundo eterno que es el único mundo real.

Este mundo verdadero, mas allá de la visión condicionada que tengamos de el, es ya un mundo budico perfecto si tan solo pudiésemos abrir el ojo de la visión vacía y verlo tal como es.

No existe un método fijo y particular, un camino único para que acontezca el despertar al mundo de las cosas tal como “es”.

En realidad todo constituye potencialmente un medio para caer en la cuenta, pero la atención, la concentración, la meditación y la contemplación, siempre son medios hábiles que nos permiten estar presentes en cuanto acontece. Dependiendo de las circunstancias, el medio hábil también puede ser una manta, la comida, un contratiempo o el solo escuchar. Nada queda fuera de la práctica del despertar.

La practica no es algo que se hace o se deja de hacer, la practica es uno mismo, constantemente, aquí y ahora.

El maestro Zen Hsuan Chien, se llena de barro hasta el cuello y apuntando, hasta casi perderte, dice:<<Aquí donde estoy, no hay verdad alguna que pueda comunicarte. Mi deber es aligerar la pesada carga de peso muerto que llevas a la espalda. Mi misión es destruir todo aquello que te ata y te convierte en un esclavo. Mi deber es matar todo aquello y a todo aquel que se interponga entre ti y tu mismo>>.

El mundo de las cosas tal como “es”, es un mundo para el despertar y el goce, pero la mayor parte de las personas no lo saben y continúan hundidos y encerrados en la visión condicionada y programada; apegados y encadenados a un mar de deseos y sufrimiento.

Y la verdadera trayectoria de la Realidad que se manifiesta al despertar, va hacia la supresión de apegos y sufrimientos, desde el Amor.

Amor es también la esencia de ese anhelo profundo, que se manifiesta en el ser humano para descubrir y alcanzar algo mucho más grande e inclusivo, no fuera de nuestra vida, sino en nuestras vidas.

Este es el mundo que aparece con esa visión limpia y vacía de todo condicionamiento; un mundo de encuentro tras encuentro en el que todo converge y nada esta separado.

En este despertar, ser es compartir y amar como la esencia misma de nuestro reconocimiento y de un despertar mutuo y compartido.

Cuando Buda gira la flor, transmite la maravilla de las cosas tal como “es”, pero en realidad no hay nada que transmitir. Cuando se gira la flor, lo autentico se reconoce en lo autentico, aflora la sonrisa. Se corrobora el reencuentro. Por eso hay que hacer girar la flor, para que se produzca la sonrisa.

Es la activación de la causa primigenia de la creación, el Amor y la Compasión. Toda una labor de disponibilidad desde la comprensión y la liberación. Esa es la trayectoria en “las diez mil direcciones”.

miércoles, 16 de junio de 2010

PREGUNTAS


“Una persona acudió a Buda y le dijo: por favor contesta a mi pregunta sin utilizar palabras, porque he oído que la autentica respuesta es tal que no se puede expresar con palabras.

Buda sonrió y replico:

Sin duda has oído bien; pero entonces formula tu pregunta sin utilizar palabras y yo la contestaré sin utilizar palabras.

Y esta persona añadió:

Eso es imposible.

Si no se puede formular la pregunta, ¿cómo se va a formular la respuesta? ¿Cómo puedes exigir una respuesta?

Ninguna pregunta sirve para algo y las respuestas tampoco.

Son creadas por la mente que elucubra y esa mente es una gran barrera. Es el fortín de la dualidad, de la separación y de la ignorancia. No hace mas que crear preguntas y llega a convencerte de que hacer más y más preguntas es “la gran búsqueda”.

Pero las preguntas no son más que nubes que van creciendo con las respuestas que alimentan nuevas preguntas, en un juego mental que nos convence de tener una comprensión profunda de las cosas, siendo en realidad fuegos artificiales.

Preguntas y respuestas no son más que un entretenido juego de la mente. Y puedes seguir el juego hasta el final de tu vida, si quieres. El juego no hace más que retrasar la no-busqueda.

Cuando preguntas siempre sales por la misma puerta que has entrado.

Sin embargo...

Una flor es una flor. Todo lo que digas sobre ella la falseará.

Ni siquiera puedes decir que en ella está todo.

Buda mostró una flor-no formuló ninguna pregunta y solo Mahakashapa sonrió-no elucubró ninguna respuesta. Buda y Mahakashapa se fundieron en la flor y en la sonrisa, se reconocieron. En esencia no-dos.


Este es un suceso, al margen de la rigurosidad histórica del acontecimiento y su narración, espiritualmente preciso. Difícil de entender y casi anecdótico si tratamos de explicarlo desde la locura de nuestra forma de vida actual; pero si uno está realmente presente, el momento en el que alguien sostiene una flor y en toda su belleza y silencio, la hace girar para introducirte, totalmente vacío, en ese único momento,…puede nacer una sonrisa…y el mundo se ilumina.

Un buda y otro buda.

Podemos preguntar, discutir y filosofar sobre esto y aquello, sobre la vida y la muerte y sobre cualquier cuestión, pero no será más que un lio y nada saldrá de él, porque la VIDA no es una pregunta filosófica. La VIDA es existencial.

La respuesta no requiere pregunta, florece en la práctica de ser, en él que todo destino se manifiesta de forma consciente. Pero esto no es una respuesta, sino una realización, una revelación; no es una cuestión mental, sino existencial.

Y en el momento en el que lo comprendas, cualquier cosa que diga tendrá un sentido condicionado y relativo. Solo será un medio, a veces puede que hasta hábil, pero nada más.

El significado de las cosas es una proyección, una interpretación de la mente, utilizables como peldaños de una escalera para subir por encima de todas las proposiciones. Después, carece de sentido cargar con esa escalera.

¿Cuál es la respuesta?

¿Cuál es la pregunta?

La práctica de la amplia vía espiritual, es la liberación de todas las preguntas, de todas las respuestas y de toda búsqueda.

Esta práctica lo abarca todo.

Una flor es una flor

¡Cómo vas a hacer preguntas a la VIDA, si ella misma es la pregunta y la respuesta!

Una flor es una flor, es una flor…

No se necesita nada más.

lunes, 7 de junio de 2010


"Flores de un arbol desconocido
Me llenaron de su fragancia."


*BASHO

SIMPLEMENTE CONTEMPLA


Siempre me ha gustado mirar el cielo nocturno. Me produce una placentera sensación de eternidad y acompañamiento en el silencio de la noche. Hace muchos años, tuve el deseo de “conocer” que eran las estrellas, los planetas, la luna, las nebulosas, las galaxias...esas luces y esos vacíos oscuros que me enganchaban.

Tiré de libros y revistas especializadas y estudié y asistí a cursos especializados que por aquel entonces impartía la Agrupación Astronómica de Sabadell en colaboración con algunos investigadores de la materia. Incluso, junto a algunos aficionados, llegamos a fundar la Agrupación Astronómica Albireo de Sevilla (Albireo es una estrella doble que es posible ver a simple vista en los cielos de verano, por estas latitudes, formando parte de la constelación del Cisne. Una de las compañeras es de color anaranjado y la otra de un verde suave).

Me pude comprar un telescopio, que aún conservo y aprendí diversas técnicas de observación, mediante las cuales, en algunos casos podía constatar datos aprendidos o localizar, mediante las correspondientes coordenadas, objetos estelares que a simple vista no podían verse, dada su escasa luminosidad debida a la propia magnitud del objeto o a su lejanía del planeta Tierra. La mayor parte de las observaciones de estos “objetos”, convinadas con los datos que poseía del estudio sobre los mismos, abrían una brecha intelectual, por la que se colaban raudales de emociones.

Una noche, mientras observábamos el cielo con nuestros telescopios un grupo de aficionados, me descubrí mirando absorto la descomunal majestuosidad del Cielo, sin echar cuenta del telescopio y olvidado de todo conocimiento respecto a las características, descripciones y clasificaciones de ese algo que no ves cuando observas metiendo la mente es decir con “la taza llena”. Solo después... recordé haberme sentido indisolublemente unido con aquello en un abismamiento inexplicable, del que nada puedo decir sin mancillarlo.

Ya, más despacio y sereno, después de acabar la sesión, caí en la cuenta de que al mirar a través de la mente pensante, esta era el filtro que me separaba de la Vida y la Esencia de lo que miraba.

El telescopio y sus cristales eran un fantástico instrumento pero el aluvión de datos y conocimientos que llenaban la taza, impedían que en ella entrara una pizca de ...” eso”. Eran una. barrera invisible, pero infranqueable, para CONTEMPLAR.

Estaba diseccionando una condicionada realidad y destruyendo toda posibilidad de que se “abriera la puerta”.

En un instante aprendí a MEDITAR. Porque contemplar es meditar, da igual lo que contemples: un cielo estrellado, una flor, una rama seca, el sonido de las olas al desembarcar en la playa, el olor de los naranjos en flor, el calor de unas brasas en una noche fría de invierno o un grupo de niños jugando.

Lo importante no es el objeto, sino una cualidad de ser consciente y una atención autónoma vacía de toda proyección.

Esto es MEDITACION.

Todo esfuerzo, toda voluntad, todo “yo” es anterior a la meditación.

Caminar, “sentarse”, escuchar el propio “sonido interior” de tu mente, o cualquier cosa que hagas con esa consciencia y atención alerta, ausente de proyecciones, es MEDITAR.

En nuestra vida aparecen muchos momentos así, en los que salta una chispa de abismamiento cundo no está metida la mente pensante, ni los conocimientos, ni ninguna elucubración.

Si estas preparado para ello, aparece, con independencia de las circunstancias por las que atravieses, una consciencia indefinible, un momento atemporal por el que te puedes deslizar y flotar al más lejano confín de la existencia, en ti mismo, sin ti.

Cuando ocurren esos momentos, no te asustes, no pienses. No eres ningún “"vicho raro”.

Si te apegas a tu cordura socialmente impuesta, o a la orilla que” conoces”, la barca se irá, el momento desaparecerá, porque aparece el tiempo y esos momento están fuera del tiempo y lo conocido.

La mayor parte de nuestra vida transcurre pensando, proyectando, analizando y utilizando todo lo que aparece en el “ecosistema humano”, en el que nos limitamos a estar con unas fronteras bastante estrechas, por cierto, y en el que sigue primando una visión exclusivamente antropocentrica.

Démosle una oportunidad a la grandeza de la existencia.

¡Simplemente Contempla!