Siempre me ha gustado mirar el cielo nocturno. Me produce una placentera sensación de eternidad y acompañamiento en el silencio de la noche. Hace muchos años, tuve el deseo de “conocer” que eran las estrellas, los planetas, la luna, las nebulosas, las galaxias...esas luces y esos vacíos oscuros que me enganchaban.
Tiré de libros y revistas especializadas y estudié y asistí a cursos especializados que por aquel entonces impartía la Agrupación Astronómica de Sabadell en colaboración con algunos investigadores de la materia. Incluso, junto a algunos aficionados, llegamos a fundar la Agrupación Astronómica Albireo de Sevilla (Albireo es una estrella doble que es posible ver a simple vista en los cielos de verano, por estas latitudes, formando parte de la constelación del Cisne. Una de las compañeras es de color anaranjado y la otra de un verde suave).
Me pude comprar un telescopio, que aún conservo y aprendí diversas técnicas de observación, mediante las cuales, en algunos casos podía constatar datos aprendidos o localizar, mediante las correspondientes coordenadas, objetos estelares que a simple vista no podían verse, dada su escasa luminosidad debida a la propia magnitud del objeto o a su lejanía del planeta Tierra. La mayor parte de las observaciones de estos “objetos”, convinadas con los datos que poseía del estudio sobre los mismos, abrían una brecha intelectual, por la que se colaban raudales de emociones.
Una noche, mientras observábamos el cielo con nuestros telescopios un grupo de aficionados, me descubrí mirando absorto la descomunal majestuosidad del Cielo, sin echar cuenta del telescopio y olvidado de todo conocimiento respecto a las características, descripciones y clasificaciones de ese algo que no ves cuando observas metiendo la mente es decir con “la taza llena”. Solo después... recordé haberme sentido indisolublemente unido con aquello en un abismamiento inexplicable, del que nada puedo decir sin mancillarlo.
Ya, más despacio y sereno, después de acabar la sesión, caí en la cuenta de que al mirar a través de la mente pensante, esta era el filtro que me separaba de la Vida y la Esencia de lo que miraba.
El telescopio y sus cristales eran un fantástico instrumento pero el aluvión de datos y conocimientos que llenaban la taza, impedían que en ella entrara una pizca de ...” eso”. Eran una. barrera invisible, pero infranqueable, para CONTEMPLAR.
Estaba diseccionando una condicionada realidad y destruyendo toda posibilidad de que se “abriera la puerta”.
En un instante aprendí a MEDITAR. Porque contemplar es meditar, da igual lo que contemples: un cielo estrellado, una flor, una rama seca, el sonido de las olas al desembarcar en la playa, el olor de los naranjos en flor, el calor de unas brasas en una noche fría de invierno o un grupo de niños jugando.
Lo importante no es el objeto, sino una cualidad de ser consciente y una atención autónoma vacía de toda proyección.
Esto es MEDITACION.
Todo esfuerzo, toda voluntad, todo “yo” es anterior a la meditación.
Caminar, “sentarse”, escuchar el propio “sonido interior” de tu mente, o cualquier cosa que hagas con esa consciencia y atención alerta, ausente de proyecciones, es MEDITAR.
En nuestra vida aparecen muchos momentos así, en los que salta una chispa de abismamiento cundo no está metida la mente pensante, ni los conocimientos, ni ninguna elucubración.
Si estas preparado para ello, aparece, con independencia de las circunstancias por las que atravieses, una consciencia indefinible, un momento atemporal por el que te puedes deslizar y flotar al más lejano confín de la existencia, en ti mismo, sin ti.
Cuando ocurren esos momentos, no te asustes, no pienses. No eres ningún “"vicho raro”.
Si te apegas a tu cordura socialmente impuesta, o a la orilla que” conoces”, la barca se irá, el momento desaparecerá, porque aparece el tiempo y esos momento están fuera del tiempo y lo conocido.
La mayor parte de nuestra vida transcurre pensando, proyectando, analizando y utilizando todo lo que aparece en el “ecosistema humano”, en el que nos limitamos a estar con unas fronteras bastante estrechas, por cierto, y en el que sigue primando una visión exclusivamente antropocentrica.
Démosle una oportunidad a la grandeza de la existencia.
¡Simplemente Contempla!
No hay comentarios:
Publicar un comentario